Para muchos, la palabra “diabetes” ya no es causa de temor o sorpresa. Desgraciadamente, en países como México, donde la incidencia es tan alta –según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2021, 12 millones 400 mil mexicanos padecen diabetes– de alguna manera, se ha normalizado. Especialmente porque los hábitos, usos y costumbres relacionados con la alimentación no han cambiado a pesar de la preocupante prevalencia de esta enfermedad. Una de las razones es que existen muchos mitos alrededor de la diabetes, algunos de los cuales han sido desmentidos en estudios y hallazgos recientes.
Sin embargo, antes de ahondar en ellos, es necesario conocer la diferencia entre diabetes tipo 1 y diabetes tipo 2. La primera es una enfermedad autoinmune, en la cual el sistema inmunológico ataca las células del páncreas que tienen la función de producir insulina. Por su parte, la diabetes tipo 2 está relacionada con factores ambientales y de estilo de vida, lo cual puede derivar en una resistencia a la insulina y, eventualmente, que el cuerpo deje de producirla. Si bien muchas personas pueden tener nociones de los cuidados que esta enfermedad conlleva, así como las medidas para prevenirla, a continuación indagaremos en algunos de los mitos más arraigados y obsoletos que, sin duda, te sorprenderán.
Mito 1. Moderar el consumo de azúcar y carbohidratos, así como comer más proteína, es suficiente para controlar y/o prevenir la diabetes.
En definitiva, moderar e incluso eliminar por completo el consumo de azúcar es una de las medidas más importantes al momento de implementar un estilo de vida saludable. Sin embargo, hay otros alimentos que podrían ser igualmente nocivos en esta materia: la carne roja y otros productos de origen animal. Primeramente, un estudio reveló que si bien el hierro hemo que encontramos en productos de origen animal es conocido por su “mejor absorción”, en realidad está asociado con un mayor riesgo de padecer diabetes tipo 2. ¿La razón? El estrés oxidativo de estos alimentos causa daños en el ADN e inflamación.
Por su parte, un estudio de la Universidad de Cambridge, Reino Unido, también demostró que el consumo de carne roja no procesada, carne procesada y aves de corral está asociado con una mayor incidencia de diabetes tipo 2, especialmente la carne roja no procesada y la carne procesada.
Mito 2. Las personas deben cuidarse más en la adultez.
Cuando los doctores recomiendan que un niño menor de dos años no debe consumir azúcar en su totalidad, hay una razón muy poderosa. Un estudio reveló que la restricción de azúcar durante los primeros 1,000 días de vida redujo el riesgo de desarrollar diabetes e hipertensión durante la vida en un 35% y un 20%, respectivamente. Asimismo, retrasó el inicio de estas enfermedades en unos cuatro y dos años. Por si fuera poco, esto fue aún más relevante si se restringió durante el embarazo y los primeros meses de vida, incluyendo en el periodo de lactancia. De esta manera, si la madre consumió grandes cantidades de azúcar durante el embarazo, el riesgo de diabetes tipo 2 e hipertensión aumenta en el futuro del niño. Este es solo uno de muchos estudios que enfatizan la importancia de restringir el consumo de azúcar en etapas tempranas.
Mito 3. Debes de realizar actividad física todos los días o varias veces por semana.
Una de las recomendaciones indispensables para las personas diabéticas, así como medida de prevención de desarrollar esta enfermedad, es la incorporación de la actividad física en el estilo de vida. Sin embargo, el estilo de vida ocupado y sedentario de muchas personas les impide implementar una rutina de ejercicio entre semana. ¿Pues bien? Un estudio en el Reino Unido ha demostrado que el realizar actividad física aunque sea durante el fin de semana tiene los mismos beneficios que la actividad física regular, esto en comparación con la vida inactiva. Es decir, quienes cubrían las recomendaciones semanales de ejercicio en uno o dos días tenían un menor riesgo de desarrollar más de 200 enfermedades (entre ellas la diabetes) en comparación con las personas que no realizan actividad física alguna. Por lo que, si los fines de semana tienes la oportunidad de ir al parque, al gimnasio o jugar un partido con amigos, ¡no lo pienses dos veces!
Mito 4. Comer bien y hacer ejercicio es lo más importante para prevenir la diabetes.
Si bien este mito es parcialmente correcto, la realidad es que hay otros factores igualmente importantes que en la sociedad actual pueden quedar delegados a un segundo plano. Por ejemplo, el estrés y el sueño. Sin embargo, en realidad, los altos niveles de estrés (ya sea por trauma, emocional, laboral o que se manifieste en alteraciones del sueño) aumentan el riesgo de padecer diabetes. Asimismo, como el estrés afecta los niveles de azúcar en la sangre, también es un factor de riesgo para las personas diabéticas. Y no solo eso: las personas con depresión y ansiedad tienen un mayor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2.
Por su parte, otro estudio también indica que dormir mal de forma constante está vinculado con el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2. ¿Y que es dormir mal? En general, esto incluye dormir poco, dormir mucho o peor aún, oscilar entre ambos tipos de sueño. La solución: mantener horarios de sueño regulares.
Mito 5. La contaminación está principalmente asociada con problemas respiratorios y cardíacos.
Los riesgos de la contaminación van mucho más allá de respirar aire contaminado, como si se tratara de fumar. En realidad, un peligro latente se encuentra en las micropartículas, las cuales están asociadas con el desarrollo de diabetes tipo 1, según un estudio reciente. Al ser tan pequeñas, las podemos encontrar en múltiples alimentos y objetos, por lo que pueden ser fácilmente ingeridas, ya sea vía pulmonar o por la boca. Por su alta toxicidad, causan inflamación y favorecen la resistencia a la insulina. De acuerdo con el profesor del Departamento de Nutrición de la Universidad de Oslo, el 90% de los contaminantes ambientales que consumimos a través de los alimentos provienen del pescado, la carne y productos lácteos.
Cabe destacar que no es el único estudio que lo señala, pues otros también han arrojado cómo los contaminantes atmosféricos pueden estar asociados con un metabolismo deficiente de la glucosa, resistencia a la insulina y diabetes mellitus tipo 2.
Mito 6. Los medicamentos son indispensables para tratar la diabetes.
Muchas personas con problemas de glucosa creen que la toma de medicamentos, como la metformina, es suficiente o indispensable para el control de su enfermedad. Si bien depende en gran medida de la gravedad de la misma (no es lo mismo un paciente en estados iniciales que muy avanzados), en algunos casos, un estilo de vida estricto y saludable puede derivar en una remisión de la enfermedad, especialmente en la diabetes tipo 2. Es decir, pueden llegar a reducir los niveles de glucosa en sangre a un rango no diabético. Sin embargo, en caso de abandonar este estilo de vida, los niveles pueden regresar a sus niveles anteriores fácilmente.
Asimismo, hay algunos alimentos que han destacado por ser grandes aliados para tratar y prevenir esta enfermedad, tal como el nopal, el cual, al tener un efecto hipoglucemiante, ayuda a reducir los niveles de azúcar en la sangre, mejorando la sensibilidad a la insulina.
Mito 7. Me hice análisis de laboratorios y mi glucosa “salió bien”.
Dejamos para el final uno de los mitos más comunes y menos conocidos. Muchas personas se quedan tranquilas con el hecho de que al hacerse estudios de laboratorio, su glucosa no está elevada, pasando por alto la resistencia a la insulina o prediabetes. No por nada, más de 84 millones de personas de 18 años y más tienen prediabetes en Estados Unidos, lo cual se traduce en 1 de cada 3 adultos. Peor aún, la resistencia a la insulina afecta a casi nueve de cada 10 adultos en dicho país.
En algunos casos, no se presentarán síntomas en esta etapa, sin embargo, otras personas pueden presentar cansancio, variaciones en sus niveles de energía, grasa abdominal, sobrepeso, problemas para perder peso, síndrome del ovario poliquístico e incluso problemas de salud mental y depresión. Así que, si padeces de depresión y ansiedad, considera primeramente descartar que la resistencia a la insulina sea la causante. Lo mismo con otras de las muchas patologías relacionadas con la resistencia a la insulina. Para ello, asesórate y acude con un médico de confianza, quien te indicará qué estudios debes realizarte, como análisis de glucosa en sangre, insulina en ayunas y el índice HOMA-IR, por mencionar algunos.
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