En muchos países de América Latina, la comida tiene un valor cultural que más allá de su aporte nutricional, es un símbolo de identidad nacional. Sin embargo, los usos y costumbres en relación con la comida que se transmiten de generación en generación, pueden dificultar el que nos cuestionemos qué tradiciones, hábitos y creencias, incluyendo la normalización del consumo de alimentos procesados en años recientes, son perjudiciales para nuestra salud, dando como resultado el que la obesidad infantil sea considerada una pandemia en algunas regiones del mundo, incluido México.
Nada más y nada menos, más de cuatro millones de niños menores de cinco años, así como casi cincuenta millones de niños y adolescentes entre los cinco y los diecinueve años, tienen sobrepeso en América Latina y el Caribe, según datos de la UNICEF. Esto significa que esta región no solo está por encima del promedio mundial, sino que las cifras han aumentado en las últimas décadas.
Con al menos uno de cada veinte niños menores de cinco años padeciendo obesidad, México se encuentra entre los primeros lugares en obesidad infantil a nivel mundial. Esta cifra es alarmante, si consideramos que los primeros cinco años de vida son determinantes para el desarrollo del niño. Por si fuera poco, la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición Continua 2021 también arrojó que la prevalencia de sobrepeso en menores de nueve años y en la adolescencia es del 23% y 24.7% respectivamente, mientras que la obesidad es del 25% en menores de diez años y del 18% en adolescentes.
¿Qué es la obesidad infantil y cómo identificarla?
La obesidad puede definirse como un proceso de enfermedad crónico, según la Federación Mundial de Obesidad, aunque otras instancias la definen como una “enfermedad crónica basada en la adiposidad”, es decir, la acumulación de tejido adiposo o grasa corporal. Sin embargo, una definición más completa se indica en un estudio de la Asociación Española de Pediatría, el cual la define como “un exceso de grasa corporal acompañado de manifestaciones metabólicas, físicas y psíquicas”.
¿Qué la origina? Este mismo estudio puntualiza que los síndromes de tipo genético y/o endocrinológico representan únicamente el 1% de la obesidad infantil. Además de la ingesta de alimentos con alta densidad energética, el consumo de bebidas azucaradas y la falta de actividad física, hay otros factores importantes de riesgo, como el poco o excesivo peso al nacer, el rápido crecimiento posnatal, la ingesta elevada de proteínas en los primeros meses de vida, la introducción precoz de la alimentación complementaria y la ausencia o poco tiempo de lactancia materna.
¿Cuándo se considera obesidad infantil? Aproximadamente, se considera obesidad cuando el niño tiene un sobrepeso mayor al 20% del recomendado. La mejor manera de medirlo es utilizando una calculadora de Índice de Masa Corporal (IMC), como la de CDC, o puede consultarse en la Cartilla Nacional de Salud. Mejor aún, darle un óptimo seguimiento a la salud del niño con su pediatra de cabecera permitirá detectar o descartar cualquier enfermedad subyacente.
¿Qué enfermedades produce la obesidad infantil?
Además del riesgo de continuar con sobrepeso u obesidad más adelante en la vida, estos niños y niñas también tienen mayores probabilidades de tener una menor esperanza de vida, presentar colesterol y presión alta, así como de padecer enfermedades cardiovasculares, hipertensión arterial, resistencia a la insulina, diabetes, problemas respiratorios (como asma y apnea de sueño), enfermedad ovárica poliquística, e incluso algunos tipos de cáncer, enfermedades del hígado, daños en los riñones, muerte súbita en edad adulta, entre muchas otras complicaciones.
Por si fuera poco, una alimentación deficiente con un alto contenido en azúcares y productos ultraprocesados se asocia con cuadros de depresión y ansiedad, esto sin mencionar la baja autoestima y los problemas sociales y de salud mental que pueden presentarse en caso de sobrepeso y obesidad.
¿Cómo prevenirlo?
Evidentemente, la educación y el cambio de mentalidad es clave para que las familias transformen sus hábitos alimenticios e incorporen la actividad física como parte de sus vidas. Asimismo, tal como señalan diversos estudios, los entornos alimentarios obesogénicos, es decir, aquellos donde se promueve el consumo de alimentos pocos saludables, inciden en las altas tasas de sobrepeso y obesidad infantil.
Por esta razón, es indispensable evitar que niños y niñas estén expuestos una y otra vez, ya sea en la escuela, en el hogar o con familiares y amigos, a alimentos altos en azúcares, grasas trans, sal y ultraprocesados. Adicionalmente, debe promoverse el que niños menores de 2 años de edad no consuman alimentos con azúcar o sal.
En México, hemos sido testigos de diversas medidas para reducir el consumo de alimentos poco saludables, como la implementación de sellos en los productos que tienen exceso de azúcar, grasa, calorías o sodio; la ley que prohíbe que alimentos empaquetados con etiquetas de advertencia exhiban personajes de dibujos animados en los anuncios y en sus empaques; y la prohibición de venta de alimentos chatarra a menores de edad, como en Oaxaca.
Sin embargo, las normativas por sí mismas no serán suficientes si no se cambian los paradigmas, creencias e ideas preconcebidas sobre la alimentación infantil; por ejemplo, el seguir normalizando el consumo de azúcar en altas cantidades en fiestas infantiles o elegir el menú infantil en restaurantes a pesar de su alto contenido en grasas trans, sodio y su poco aporte nutricional. De la misma manera, es importante reconocer el peligro detrás de la creencia de que la infancia es para “disfrutar”, y por ende, no establecer las bases para una alimentación saludable con la seriedad que amerita.
Recuerda que más allá de los conocimientos que puedan ser inculcados en la infancia, es el ejemplo de los adultos y las condiciones del entorno lo que realmente forjará sus hábitos. Para saber más a detalle cómo implementar de manera holística una alimentación saludable en la infancia, con los últimos hallazgos y recomendaciones, te sugerimos leer nuestro blog “Alimentación infantil: lo que nadie te dice y tienes que saber”.
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