Hoy en día, todos sabemos que implementar un estilo de vida saludable, es decir, llevar una alimentación alta en nutrientes, descansar y hacer ejercicio, especialmente de fuerza, es esencial para una vejez saludable. Sin embargo, aunque el cuidado del cuerpo físico es indispensable, también lo es el atender otras áreas de la vida, como las relaciones sociales, el autoestima, el afecto y las metas, así como contar con condiciones materiales óptimas (como una vivienda digna y acceso a servicios de calidad).
No hay que llegar primero, hay que saber llegar
Desde el momento en el que nacemos, nuestro cuerpo cambia constantemente. Aunque en los primeros años de vida estos cambios son muy evidentes y veloces, la vejez suele llegar paulatinamente con cambios físicos, mentales y emocionales que requieren de un proceso de adaptación. Sin embargo, la manera en que envejecemos varía de persona a persona, es decir, cada quien lo vive de manera diferente.
Aunque la esperanza de vida ha aumentado, con un promedio de 75 años en México, esto no garantiza que se llegue a esta edad con salud o calidad de vida. Por involucrar aspectos biológicos, psicológicos y sociales, y por ser un proceso complejo de abordar, el envejecimiento es el objeto de estudio de disciplinas como la gerontología. Tal como señala la OMS: “más allá de los cambios biológicos, el envejecimiento suele estar asociado a otras transiciones vitales, como la jubilación, el traslado a viviendas más apropiadas y el fallecimiento de amigos y parejas”. No por nada, entre las patologías más comunes de la vejez, además de las ya conocidas (como los problemas de audición, vista, espalda, osteoartritis, diabetes y demencia, por mencionar algunas), se encuentra la depresión.
Más allá de la experiencia individual, es importante subrayar que existe una corresponsabilidad a nivel social con respecto a la percepción y la imagen que se tiene con relación a la vejez. En un sistema social y económico que valora la productividad por encima de lo demás (y que comúnmente anula al ser y el saber), la vejez y el envejecimiento suelen tener una connotación negativa, siendo incluso motivo de discriminación. Esto cobrará aún más relevancia si consideramos que, entre 2015 y 2050, el porcentaje de personas mayores de 60 años a nivel mundial prácticamente se duplicará.
Si bien solemos relacionar este fenómeno a países de ingresos altos, en realidad, los cambios más significativos se están observando en los países de menores ingresos: en 2050, dos tercios de la población mundial de más de 60 años vivirá en países de ingresos bajos y medianos. Sin duda, esto plantea una serie de desafíos económicos y sociales que impactan la calidad de vida de este segmento de la población, a lo cual México no está exento.
El retorno a la infancia
La definición de “calidad de vida” suele variar de persona a persona. Sin embargo, hay un factor clave que es implícitamente necesario en lo que refiere al envejecimiento: la salud. Aunque la esperanza de vida haya aumentado, los años de buena salud se han mantenido igual, lo cual significa que los años adicionales suelen estar acompañados de problemas de salud.
Erróneamente, un gran número de personas comienzan a cuidar su salud, si es que lo hacen, cuando el envejecimiento comienza a ser evidente o aparecen enfermedades. Sin embargo, hoy en día se ha identificado que el cómo envejecemos está ligado a nuestros primeros años de vida, e incluso antes: al embarazo. Además de los factores alimenticios y de salud a los cuales los menores estuvieron expuestos, también es relevante el contexto socioeconómico en el que crecieron. No es lo mismo vivir una infancia o una vejez en un entorno poco seguro, sin espacios públicos (como parques y centros comunitarios y culturales), sin una vivienda digna o un transporte público accesible, que contar con espacios y una red de apoyo propicios para el desenvolvimiento de las personas a cualquier edad.
La vejez también puede ser una oportunidad para retomar o iniciar actividades y hobbies (para algunas culturas, la vejez es considerada como un retorno a la infancia). Sin embargo, para que esto sea posible, deben existir las condiciones materiales necesarias: el entorno físico y social de la persona es clave para que pueda vivir su vejez de la mejor manera posible. Dicho en palabras sencillas, la salud y el contexto de la persona impactará la forma en que viva su vejez.
Calidad de vida
Indudablemente, hay factores que son clave para envejecer saludablemente. Uno de ellos es la actividad física, en especial los ejercicios de fuerza y resistencia que ayudan a mantener la masa muscular, además de contribuir a la salud del corazón, los huesos, el sistema respiratorio, e incluso reducir el riesgo de demencia o deterioro cognitivo.
A pesar de ello, si en algo los expertos y los profesionales están de acuerdo, es que la calidad de vida y el envejecimiento tienen cada vez menos que ver con la edad, y más con la correlación de tres aspectos: objetivos (ingresos, vivienda, alimentación), subjetivos (autoestima, satisfacción, autoconcepto) y sociales (políticas públicas, pensiones).
Asimismo, el doctor Carlos D´hyver de las Deses, Jefe del Departamento de Geriatría de la Facultad de Medicina de la UNAM, ha identificado que, detrás del aspecto fisiológico, mental y social, se encuentran también acciones como la espiritualidad, el hogar, tener metas por lograr y ofrecer cariño, por mencionar algunos, los cuales, en realidad, deben comenzar desde los años de juventud.
En una sociedad que tiene una definición del éxito basada en la productividad y la acumulación de bienes, es necesario cuestionar y replantear cómo esto puede impactar negativamente la percepción –y por ende, la calidad de vida– de las personas durante la vejez. Hay quienes a sus 70 u 80 años gozan de todas sus capacidades físicas y mentales, y jóvenes que pueden estar experimentando un envejecimiento prematuro. Por esta razón, es necesario evitar que los prejuicios que tiene la población con respecto a la edad y la vejez sean condenatorios y dañinos. Finalmente, es responsabilidad de todos contribuir en aquellos factores que son realmente importantes, como el construir una red comunitaria positiva y asegurar que todas las personas tengan acceso a condiciones materiales y sociales dignas.
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