Una de las enfermedades que provocan mayor temor en nuestra sociedad indudablemente es el cáncer. A pesar de que actualmente hay un mayor acceso a la información, e incluso se habla con mayor frecuencia sobre la importancia de la detección temprana, así como de tener hábitos saludables a modo de prevención, los números de mujeres que desarrollan cáncer de mama continúan siendo alarmantes.
En México, 21 mujeres pierden la vida diariamente por esta causa. Asimismo, el 60% de los casos fueron diagnosticados de manera tardía, es decir, cuando la enfermedad ya había avanzado considerablemente. En total, se registran alrededor de 29 mil 929 nuevos casos y 7 mil 931 muertes por cáncer de mama en México. No por nada, es una de las primeras causas de muerte en nuestro país. A nivel mundial, 685 mil personas fallecieron por cáncer de mama en 2020, según cifras de la OMS. Y, por si fuera poco, la mitad de los casos corresponden a mujeres que no tienen factores de riesgo, más allá del sexo y la edad.
¿Cuáles son las causas del cáncer de mama?
Tal como sucede en cualquier tipo de cáncer, en esta enfermedad las células se multiplican y crecen de manera descontrolada hasta formar un tumor, lo cual puede invadir otros tejidos y órganos. Una vez que se ha producido la metástasis, es decir, cuando se ha propagado a otras partes del cuerpo, su tratamiento es más complejo. Entonces, ¿hay algo que se pueda hacer para evitarlo en primera instancia?
Seguramente has escuchado cómo ciertos hábitos, sustancias, químicos y alimentos aumentan el riesgo de cáncer en general. En el cáncer de mama en específico, la población femenina es la más vulnerable y, a pesar de que los antecedentes familiares son un factor de riesgo (especialmente en quienes cuentan con mutaciones genéticas hereditarias, como la BRCA1, BRCA2 y PALB2), la mayoría de las mujeres que desarrollan esta enfermedad no tienen antecedentes, tal como revela la OMS.
Por su parte, hay ciertos factores de riesgo que se han asociado con esta enfermedad, tal como el consumo de alcohol y tabaco, la obesidad, la edad del primer embarazo y del inicio del periodo menstrual, tratamientos hormonales y exposición a radiación, por mencionar algunos. Asimismo, hay alimentos que están considerados como un factor de riesgo, como las grasas saturadas (lácteos altos en grasa, carnes rojas, alimentos fritos), grasas trans (presentes en alimentos procesados), carnes rojas, carnes procesadas (embutidos, salchichas, tocino), alimentos procesados (con aditivos, conservadores y colorantes), azúcares añadidos, e incluso tomar bebidas calientes.
Asimismo, la falta de consumo de frutas, verduras, fibra, granos enteros y grasas saludables, aunado a la ausencia de ejercicio físico, también son factores de riesgo. Por si fuera poco, estudios recientes señalan que la contaminación ambiental está relacionada con un aumento en el riesgo de padecerlo.
¿Y el estrés? Si bien no hay una evidencia científica concluyente de que el estrés sea causa de cáncer, sí lo es en cuanto a cómo este influye una vez que se ha detectado la enfermedad. Asimismo, el estrés puede derivar en otros factores de riesgo, como el debilitamiento del sistema inmunológico y la inflamación crónica en el cuerpo, así como hábitos nocivos como el consumo de alcohol, tabaco o el consumo de alimentos de baja calidad.
Adicionalmente, en los últimos años, han surgido diversas aproximaciones no científicas con respecto al origen psicológico y emocional de las enfermedades. Si bien esto puede ser una herramienta de ayuda, es importante tomar en cuenta que el desarrollo de una enfermedad como el cáncer es una temática compleja en la cual también se conjugan factores ambientales, biológicos y genéticos.
Ejemplo de ello es que el uso de ciertos medicamentos puede aumentar el riesgo de cáncer. Por esta razón, es necesario que los médicos evalúen los riesgos y beneficios antes de implementar un determinado tratamiento. En el caso de las mujeres que toman anticonceptivos orales o están bajo tratamientos hormonales, se recomienda abordar las ventajas y desventajas con su médico de confianza.
¿Cómo prevenir el cáncer de mama?
Una parte indispensable para reducir las tasas de mortalidad es la detección temprana. Para ello, las mujeres deben realizar una autoexploración mamaria de manera frecuente, preferentemente a partir de los 20 años de edad. Asimismo, estudios como la mastografía permiten examinar el tejido mamario con el fin de detectar posibles anomalías. Por lo general, deben realizarse cada dos años a partir de los 40 años de edad, mientras que, a partir de los 50 años, se recomienda anualmente. Es importante señalar que las mujeres con antecedentes familiares deben realizarla preferentemente a partir de los 34 años.
Una medida de prevención, en el caso de las madres, es amamantar al bebé si tienen la posibilidad de hacerlo. Asimismo, la alimentación debe ser de alto nivel nutricional. Tal como señala un artículo del IMSS, alimentos como el brócoli, acelgas, espinacas, setas, uva y papaya son benéficos para la salud.
De la misma manera, un mayor número de personas ha optado por elegir y consumir productos con una menor cantidad de químicos a manera de prevención, con la finalidad de tener una menor exposición a ingredientes y sustancias potencialmente dañinas. Esto se ha reflejado no solo en la alimentación, sino en utensilios de cocina, cosmética, champús, artículos de higiene y productos de limpieza, por mencionar algunos. Aunque en muchos casos no hay estudios concluyentes, lo mejor es que cada familia tome las decisiones que le sientan mejor.
Para cerrar, recordemos que la misión principal del Día Mundial de la Lucha contra el Cáncer de Mama, el cual se conmemora el 19 de octubre de cada año, es comunicar la importancia de la detección oportuna, debido a que esto aumenta las probabilidades de tener un pronóstico y tratamiento favorable. Como verás, hasta donde esté en nuestras manos, el cuidado de la salud siempre debe ser una prioridad a nivel personal y familiar, ¡y la prevención del cáncer de mama no debe ser la excepción!
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